martes, 24 de julio de 2007

El Borges Bocasucia

por Luis Alberto Lecuna

Sabía de la fina sutileza con que Borges evadió siempre el a veces ineluctable compromiso de escribir un improperio cuando la trama se lo exigía.

Amigo de la ironía, se refiere a “recetas callejeras de oprobio" sugiriendo, pero nunca acuñando en letras de molde las agresiones verbales a las que son tan afectos los “bocas sucias”.
Baste citar aquel párrafo de “El Arte de Injuriar”, donde dice: “El hombre de Corrientes y Esmeralda adivina la misma profesión en la madre de todos….”, “…o quiere que se muden enseguida a una localidad muy general que tiene varios nombres…”, queriendo significar en el primer caso que a juicio del hombre de la esquina porteña por excelencia todos son unos hijos de puta, y en el segundo caso, el típico insulto de mandar a uno al carajo o a la loma de la mierda.
Naturalmente, siempre pensé que en su condición de erudito digno y macizo, brillante y genial, le sería improcedente e innecesario escribir una sola mala palabra.
Por eso me causó gran sorpresa saber que para consumo propio y en determinadas ocasiones, existía un Borges puteador, cuyo léxico siempre ignoraría la posibilidad de ser impreso y divulgado.
Por tal motivo, al transcribir a continuación con una exactitud rayana en lo textual una conversación mantenida con JLB hace algún tiempo, me siento con la misma excitación y temeridad, miedos y alegrías, con que habrán de haberse sentido Colón ante las supuestas Indias, Newton ante la manzana caída, Fleming ante el penicillum notatum, o nuestra vecina Marta (la esposa del marino mercante) ante la evidencia de un embarazo cuya fecha de concepción coincidió con la presencia de su cónyuge en lejanos puertos bañados por el Océano Índico...
Sepa el lector dubitativo acerca de a certeza de la charla, hacer caso omiso a las inevitables desmentidas de Neyret, teniendo en cuenta que su adolescencia y primera juventud se desarrollaron en dictatoriales épocas de represión y autocensuras.
La veracidad de este diálogo sólo podrá ser corroborada sin ambages por Balmaceda y Arroyo, quienes también estuvieron presentes frente al grabador Toshiba que atesoraba la difícil, gastada y oligodecibélica voz de don Jorge Luis*.

* Lamentablemente, la casete TDK de 60 minutos, que compré de mi bolsillo y conservó definitivamente Neyret, apareció (según dijo) interpolada entre otras de su dudosa propiedad, con el agravante irreparable de que la voz de JLB fue salvaje e impunemente acallada para siempre por Queen, Yes, Génesis, y el recatable Vangelis. Este hecho (¿fortuito?) ratifica los estragos que produjo en las nuevas generaciones la represión cultural vernácula asociada a la penetración cultural foránea. El tiempo de grabación orilla en los 30 minutos, ya que Neyret había utilizado el lado B (los sagitarianos comienzan la casete por el lado B), para reportear al tecladista Lito Vitale tras una increíble actuación en el festival Mardel Jazz.

Enciendo el aparato y transcribo...
Borges: …Creo que los más rescatables pueden ser Lugones, Capdevila... y Groussac. Después hay muchos poetas menores, como Evaristo Carriego...
Lecuna: ¿Y de los contemporáneos? Gudiño, Medina, Shua, Asís...
B: No sé. No los conozco...
¿Asís no es ese que escribe con malas palabras? Bueno, me cuentan que eso es muy común actualmente en los autores americanos. Yo no sé por qué Asís hace eso. Son las palabras que uno aprende en cuarto o quinto grado. Pero cuando uno se hace grande, no tienen por qué embelesarlo palabras como “mierda” o “carajo”…
Y ya que hablamos de poetas menores, hay varios que son verdaderos “H. P.”...
L: ¿H.P.? ¿Horse Power? –pregunté sorprendido–, ¿Cómo “horse power”?
B: No. Hijos de Puta. (Y una risa escandida pero franca que escapó dificultosamente de su boca semiabierta, coronó su para mí tan sorpresiva como ocurrente res-puesta.)
La acotación se imponía:
L: Nunca se me ocurrió pensar que entre tantos Borges, existiera uno “bocasucia”...
B: No sé. No creo. Puede ser por mi ascendencia judeoportuguesa, aunque lo dificulto.
Más bien puede ser por el lado de los Acevedo, o los Rubio, que es mi nexo con el tirano Rosas, por parte de madre.
De todas maneras creo que la censura hubiera impedido la existencia de un Borges puteador, aunque para ser sincero, la censura fue extremadamente benévola conmigo, al permitir que mi olvidable obra fuera publicada.
L: Discúlpeme, pero bien sabe usted que esos dos adjetivos no coinciden con sus respectivos sustantivos; ni su obra es olvidable, ni la censura es benévola...
B: No olvide que inicialmente la censura, como dignidad y oficio del censor, consistía en el dictamen emitido tras examinar las obras literarias. Los censores romanos velaban las buenas costumbres y castigaban a los viciosos.
Le diré pues que prefiero la censura a la falta total de censura.
También es cierto que en inglés censura es sinónimo de lo que nosotros llamamos crítica.
La censura varia en sus apreciaciones según los países y las costumbres.
Fíjese que en ciertos países nórdicos se prohíben películas y dibujos animados que, según me han dicho, aquí se ven todos los días por televisión.
En Estados Unidos, sabemos que el censor trabaja “with the intention of removing anything offensive”.
Pero le diré en qué radica lo ofensivo para ellos. Es común que para autorizar la impresión de una novela, exijan una serie de requisitos.
En primer lugar que el argumento incluya problemas de alcoba, por supuesto con relaciones sexuales, y si son aberrantes, mucho mejor.
Luego, que alguno de los protagonistas se masturbe, y que otro tenga relaciones con algún animal.
Eso sí, los personajes deben ser indefinidos en cuanto a su origen social.
Es decir, que no se los debe identificar o asociar con alguna comunidad o grupo étnico en particular, sean chinos o chicanos o portorriqueños o semitas o lo que fuere.
Una ofensa de este tipo será razón harto suficiente para censurar la publicación.
Lo demás, al menos para ellos, son boludeces...
L: Bueno, al fin y al cabo obedece a una tabla de valores propia de los norteamericanos y a un concepto de la censura completamente distinto al que en nuestro país nos han impuesto siempre los censores, que acatan las directivas de gobernantes que con sus actos nos dan a entender que nunca va a ser un derecho de los ciudadanos el discernir por sí mismos si algo es bueno o malo, censurable o no...
No sé si me explico, Borges...
B: Creo que sí, pero esto no es de ahora.
Y lo que usted dice, que es bastante cierto, es una pena que así sea. Porque imagínese lo que hubiera sido de la canción orillera, del tango y la milonga, aunque reniegue yo del primero, si hubieran incursionado sus partituras como al principio, en ahora censurables letras picarescas. . .
No sé si la idiosincrasia latina ha tenido que ver en todo esto...
L: No vaya a creer, Borges. Es discutible.
Hoy en día la libertad que se respira en países como Italia y España es realmente envidiable. En los quioscos italianos cualquiera puede adquirir revistas pornográficas de todo tipo, existe por ejemplo el divorcio vincular, y no por eso la sociedad está corrompida ni mucho menos.
Ni qué hablar de España luego del “destape”.
Más aún; mi abuela, que era castellana, republicana y rebelde, y nació con el siglo, siempre gustó de decir “malas palabras”.
Recuerdo parte de una agresiva canción que me enseñó cuando niño: “No queremos reina puta / ni queremos rey cabrón / queremos un presidente / que gobierne la nación”
B: Si, es cierto que las cosas varían de un lugar a otro.
Y a pesar de lo que usted me cuenta, creo que el anglosajón es menos fingido que el latino.
Es más franco y evolucionado en ese aspecto. ¿Sabe usted qué significa, por ejemplo: “to give a hand to the bishop”?
L: Viene a ser “darle una mano al obispo”...
B: Bueno, eso sería lo literal, pero yo me refiero al lun-fardo de New Orleans.
L: ¿En slang?
B: Claro. Quiere decir sacar el pito para mear.
L: ¿Cómo?
B: Claro. Porque el pene se parece a la mitra del obispo.
La punta del pito y la mitra del obispo guardan gran semejanza.
Fíjese que yo lo relaciono con el dios indo-iranio de la Luz y la Fecundidad que se llamaba Mitra.
El pito es para los orientales símbolo inequívoco de la fecundidad. Claro. Sí. Y no puede ser de otra manera, ¿No es cierto?
Pero volviendo a la mitra de los obispos, ésta es en realidad una vestimenta que se remonta a la civilización persa.
Por otro lado, el mitraísmo era una religión común a persas e hindúes, cuando ambos conformaban un solo pueblo.
El Tiempo Infinito era el Dios máximo, y Mitra algo así como un nexo entre el pueblo y los dioses, además del símbolo de la masculinidad.
Así que me parece muy adecuado decir que se le da una mano al obispo cuando se saca el pito para mear. ¿No es así?
L: Ya lo creo. Muy interesante...
(Y luego de un largo silencio donde parecimos rebobinar cada uno mentalmente lo que habíamos hablado, se me ocurrió con todo desparpajo decirle un invento para no quedar tan en desventaja en ese desparejo y evidente aunque no declarado duelo de conocimientos sobre el tema. . .)
L: Yo sé otra… ¿Sabe usted qué significa el incorrecto idiom “At the bottom, she was so good”?
B: ¿Ella era buena en el fondo? ...
L: Claro, pero eso es lo literal, pero yo me refiero al lunfardo del Bronx –le contesté parafraseándolo con irreverencia– Significa que “she” era una excelente partenaire para el coito anal, ya que “bottom” means “ass” too...
B: Claro. Si. Bueno, creo que por hoy hemos puteado bastante, ¿no le parece?
Asentí, y cambiamos de tema.

Maipú 994, 6º piso, Buenos Aires
Invierno del 83

© Luis Alberto Lecuna
© Pueblo Blanco Producciones Culturales

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